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| Kiko da Silva, presunto autoretrato | |
El Jueves es una revista de hondo calado intelectual, todos lo sabemos, tanto es así que siempre ha pecado de un humor excesivamente político verdoso. Esto ha hecho que durante cientos de generaciones sus lectores (el Marca en una mano y El Jueves en la otra) se preguntasen camino del trabajo qué significaban exactamente algunos chistes indudablemente indescifrables incluidos tan sólo para provocar el desconcierto del comprador habitual. El desconocimiento de la política internacional y la progresivamente olvidada teoría y práctica del sexo hacía inalcanzable para muchos el disfrute total de la revista...
Es por eso que, rocín flaco y galgo corredor, El Jueves se ha lanzado al ruedo de las revistas de cómics, de gracioso calado popular, rebajando el contenido intelectual de sus contenidos habituales y buscando a ese lector amante del carajillo de las seis treinta y del café solo a las once treinta y cinco y a las cuatro cuarenta. Ese lector que gusta de un humor blanco, blanquísimo, como las gotas de leche condensada deslizándose por el borde de un vaso de café.
Así nace Mister K, sin tilde en míster, una publicación semanal con ánimo de recuperar el tiempo perdido entre los entresijos de la aberrante intelectualidad humorística de la revista madre. Una revista para atraerlos a todos. Una revista para atraparlos a todos. Una revista que ya desde las primeras páginas de su primer número nos muestra el que va a ser el paradigma cómico de la misma: Ozeluí, un Grande Del Humor Patrio. Uno, tras seguir su trayectoria profesional durante años, extasiado por su despliegue continuo de creatividad, casi espera temeroso un retroceso de sus bondades habituales... ¡Pero no! Ozeluí continúa realizando su trabajo impecablemente, no ya dibujando, sino también guionizando para otros.
Por supuesto él no es el único autor de esta revista que nos hará reír entre artículo y artículo de Segurola, también aparecen nuevos y viejos valores, de los que sería injusto no decir nada. Así, y dejando aparte la interesantísima entrevista que adornará cual estrellita navideña cada número, encontramos a Kiko da Silva, eminencia creativa de primer orden, maestro del color y luminosa luminaria que con su aportación principal, Guasa, nos hará recuperar esa infancia que tanto añoramos y que ocupábamos ideando (¡bendita inocencia!) aquellas graciosísimas historias que cautivaban a nuestras tías maternas.
Enrique Carlos, aún sin rebozar del todo, apunta maneras en su brugueriano acontecer viñetil, pero no es tan ducho en el noble arte de la narración como sus colegas Montes y Robledo, que alcanzan una de las escarpadas cumbres de Mister K con Rocket B, un tebeo de acción y aventura como jamás habíamos visto antes publicado y que se merece, sin duda, una futura recopilación en bonitos tomos en cuanto se haya publicado material suficiente... Admitamos, eso sí, que aún queda bastante para eso... Lástima.
Luis Bustos, algo flojo en el dibujo, nos deslumbra sin embargo con un osado guion que nos hace quemar las pestañas, de pura contención en el parpadear durante la lectura de su Zorgo... Afortunadamente el nivel de dibujo vuelve a dispararse con Chinche, novedosa recreación de las eternamente reinterpretadas historietas sobre niños en su colegio. Lo nunca visto y, sin embargo, debido a esa sencillez y ese magisterio sin trabas de sus autores, Pep y Brocal, tan familiar y mundano que diríase leído en alguna otra parte. Dos veces.
Todos estos autores hacen un gran trabajo, pero si hay algo realmente BUENO en la revista, algo que llega a sobrepasar con creces las paradójicamente inalcanzables páginas de Ozeluí, eso es la espectacular, la inimitable, la sobresaliente parodia de Shrek 2 que realizan Parra y Bustos. En apenas dos miserables páginas los autores recrean a la perfección la película, alimentando aún más el mito del ogro verde y regodeándose en el doble mortal con tirabuzón que es reírse de las risas que otros hacen sobre gente de un poco más allá... El dibujo, rallano por la parte de dentro en el socarrón y simpático homenaje, el guion, trascendiendo los límites del genio humano... No hay nada que pueda decirse en contra de esta brillante sección de Mister K. Sólo nos resta quitarnos el sombrero de plumas y cantar vivas y proclamas de victoria sobre el ejército invasor. Qué ejército, eso no importa.
Siguiendo ya con la parte menos llamativa de la revista, Guitián, Bonet y Santi son algunos de los autores que, sin hacer un trabajo notable, tampoco desentonan demasiado. Sus historietas dejan algo frío pero tienen pequeñas cosas aprovechables, por mucho que tiendan a cierta pedantería recreativa sin duda debida a cierta desconexión con el brillante contraculturalismo pédico que domina a los autores anteriores. Una lástima, pero están en fase de rodaje y sin duda irán mejorando...
Ahora bien, Mister K trae más páginas, pero como si no las hubiera. Borrones y borrones de gente que no ha demostrado nada en le mundo del cómic, de gente que cree tener un nombre en El Mundillo, de gente que, al cabo, o bien ya ha alcanzado el insuficiente potencial que Dios les dio, o que ya están a punto de llegar al punto medio de la Nada Creativa. Los mencionaria, pero no se merecen el esfuerzo.
Para finalizar, si quisiera hacer un resumen de la prolíficamente mencionada revista de marras diría, aunando sinsabores, alegrías, carcajadas y tiempos muertos en el servicio, que esta revista no es contingente sino necesaria, que tiene colorines chillones y que, a pesar de que la urgencia tardoestival nos sigue reclamando algunos leruses para cerveza, merece la pena tirar el dinero en cosas tan culturales como ésta.
Es decir, que mola. Yuju.
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